El Patas Cortas

El Patas Cortas
Ramón Cabrera

lunes, 9 de noviembre de 2009

CARRO DON MONCHIS

El día 25 de abril de 1988, salió de la fábrica un carro muy especial. Era el modelo que la familia Cabrera Velázquez, había pedido en las indicaciones en el momento de fabricación, querían un auto que fuera de un motor resistente y con buena potencia, para que pudiera recorrer cientos y cientos de kilómetros sin ningún problema, que tuviera espacio para llevar dentro de él a las personas más importantes que lo vieron nacer, pero que también tuviera la capacidad de llevar a las personas que se encontrara durante todo el recorrido que pronto iniciaría, que fuera de material resistente para soportar los golpes que otros autos le pudieran dar en su trayecto. Al carro lo bautizaron con el nombre de Ramón, con placas 250488, mejor conocido como El Monchis. El carro Don Monchis es muy conocido entre los demás automóviles de la ciudad, por que no es un auto como cualquier otro, se distingue por ser un vehículo que no solo transporta gente, sino que dentro de él lleva a personajes tan importantes, que nunca antes otro carro había llevado. Él Monchis es simplemente único por ser el auto más conocido y halagado por todos, y no es fácil tener tan gran responsabilidad, brindar comodidad y los servicios que las personas buscan en El Monchis. Las personas encargadas de manejar al Monchis, al principio eran sus padres, grandes motores y pilares durante su recorrido por la carretera de la vida. En su trayecto se encontró con señalaciones, curvas y muchas desviaciones que lo hicieron perder el sentido y rumbo de su destino, por lo que todas estas circunstancias lo dejaron con algunos golpes superficiales y otros tantos muy internos que le costaron rehabilitación en su motor y más atención en cada una de las partes que conforman su cuerpo, (su máquina). Desviaciones que lo hicieron reflexionar, tomarse un tiempo para él mismo, para poner en orden su motor, con las demás partes de su cuerpo, puesto que pudo darse cuenta que no había una unión que los pusiera a funcionar como se esperaba que lo hiciera. Durante su recorrido por la carretera que parece no tener fin, abrigó en su interior a personas que les dió el lugar principal, el asiento del copiloto, decisión que lo hizo desviarse tanto, que llegó a chocar muchas veces, y que aún lo tienen lesionado. Esos mal momentos que pasó, le dejaron un aprendizaje, muchas veces para bien pero otras tantas para mal. Al darles lugar a esas personas dentro de él y dándoles el lugar principal, olvidó una cosa muy importante, dejó en el asiento de atrás a su familia, debido a que Monchis no tenía mucho recorrido por el camino. Se equivocó y tomó caminos distintos, que lo hicieron reflexionar y volver a retomar el sentido y dirección de su transitar por la vida. Para pensar cuál era el rumbo que quería tomar, qué personas subiría en su interior y en qué asiento las iba a colocar a cada una de ellas, para no volverse a equivocar, comenzó por el cambiar su motor dañado por uno nuevo. No fue nada fácil pero se pudo lograr al aprender que de cada mal paso se aprende , y reforzando los valores que algún día dejó en el olvido, como la humildad para ver las cosas en el lugar del otro, el ser servicial para poder empezar desde cero, siempre con una buena actitud, el hablar siempre con la verdad, valor que no sabía ni siquiera, si existía, y el más importante el amor a sí mismo, el consentirse, disfrutarse, gozarse, conocerse así mismo, para poder entregar amor a cada uno de los pasajeros que de hoy en adelante serán personas totalmente especiales y que lo acompañan durante su recorrido por la carretera de la vida, que sabemos como comenzó, pero no sabemos como va a terminar.
Ramón Cabrera Velázquez.

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